El primer y único mandamiento de la ley de Benito es: amarás a tu jefe como a ti mismo, y lo cumple hasta sus últimas consecuencias. A Benito no le importa que sus compañeros le hayan colgado la etiqueta de lameculos porque él tiene claro que forma parte de su estrategia.
Benito se autodefine como gran estratega, pero cualquier terapeuta le diagnosticaría un complejo de inferioridad patológico.
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